domingo, febrero 08, 2015

SANTOS JULIÀ:

Tuvieron la gran ocasión de mostrar al público que ellos están hechos de otra madera, que aspiran al poder, sí, como cualquiera de los miembros de la casta a la que tanto desprecian, pero que, desde el poder, cuando a él lleguen, rendirán cuentas a la gente de todo lo que desde el poder realicen. Esta es la bandera que la nueva generación de políticos, procedente en buena medida de la docencia en universidades y centros públicos, tendría que haber levantado como signo de que se dispone a, y es capaz de arramblar con un sistema corrupto. Lamentablemente, a las primeras de cambio, han mostrado que para ellos y ellas el rendimiento de cuentas tiene el mismo valor que ha tenido durante los últimos años para los viejos políticos, es decir, ninguno.

Cierto, las irregularidades que se les imputan son de escala muy diferente a lo que han puesto en evidencia los grandes casos Bárcenas, Nóos, Pujol, Matas, EREs, Gürtell [sic], Púnica y demás. De eso no hay duda, pero tampoco la hay de que la secuencia de sus respuestas ha sido idéntica a la de los diversos implicados en esos casos. Primero, se niegan en redondo a reconocer los hechos: eso es mentira; luego, cuando el escándalo estalla y no hay manera de negarlos, se refugian en la ignorancia, repitiendo como niños: yo no lo sabía, yo no lo sabía; a renglón seguido, y una vez sorbidos los mocos, recompuesto el gesto y reafirmada la dureza de la expresión, culpan al mensajero: nos persiguen, somos víctimas de una conspiración; más adelante, el secretario general echa toda la carne en el asador —ay, aquel aciago día de dos por el precio de uno— en defensa de sus amigos: es un ataque al partido, nos tienen miedo; en fin, escurren el bulto y, cuando es posible, esperan a que escampe antes de reconocer que cometieron la irregularidad de que se les acusa, pedir excusas a quienes confiaron en ellos, y jurar por lo que más quieren en el mundo no volver a las andadas.

Como son politólogos y han impartido cursos de política para gente decente, tendrían que saber que una de las tres o cuatro instituciones fundamentales de cualquier sistema democrático es el rendimiento de cuentas.

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