martes, diciembre 17, 2013

LLUÍS ORRIOLS sobre 'la pregunta':

Por este motivo, la batalla por la pregunta es, de hecho, la batalla para ganar al votante federalista. No es casualidad que muchos de los partidarios de la independencia tengan una preferencia intensa por una pregunta ‘clara’. Tras esa defensa de la claridad no sólo se esconde una cándida predilección por lo simple. En realidad, también hay un intento de polarizar las preferencias de los catalanes en dos únicas alternativas: status quo o independencia. Tal dicotomía favorece el independentismo, ya que si una opción es realmente mayoritaria en Cataluña, esa es el enorme rechazo que hoy despierta el inmovilismo. El hartazgo con la situación actual ha penetrado con fuerza en la sociedad catalana en los últimos años. Si la alternativa es quedarnos como estamos, es probable que una porción importante de federalistas lo tenga claro: la independencia.

Yo no tengo tan claro que una única pregunta Si/No favoreciese al soberanismo. De hecho, siendo la pregunta / desafío formulada unilateralmente sin negociar con el gobierno central, puestos a mover ficha primero como se ha hecho, si lo favoreciese la tendríamos, no lo dudéis. No vendría de aquí. Pensad que en Escocia eran precisamente los independentistas quienes querían una pregunta ambigua y Cameron quien forzó el “sí o no” sabiendo que el 'miedo al vacío' haría cambiar de parecer a muchos soberanistas, como las encuestas parecen estar demostrando: la intención de voto por el sí va bajando. Creo que en Catalunya puede pasar igual: no que si la alternativa es quedarse como estamos muchos federalistas se inclinarían por la independencia sino al revés: muchos federalistas o indecisos, ante una situación desconocida, con la perspectiva de un país fuera de la Unión Europea y no reconocido por organizaciones internacionales pensarían que mejor no meneallo.

Y aun tengo menos claro que la pregunta-árbol planteada por Mas sea un disparo en el pie del soberanismo, como dice Lluís, sobre todo si la respuesta “no” a la primera pregunta es 'técnica descalificante' para la segunda. Más bien, desde su punto de vista, es una jugada maestra. Es decir —y es algo que no he visto aún a nadie del bando soberanista mojarse, y de hecho ayer Mas en la entrevista de TV3 dijo que cómo se cuentan los votos no es lo importante (!)— si en el momento del escrutinio cuando se vea una papeleta que responda “No” a la primera pregunta se apartará en un montón y ya ni se entrará a mirar lo que responde en la segunda, o se contarán todas igualmente.

Como esto último es improbable (porque si no no se haría tanto esfuerzo en especificar que es una pregunta; con dos partes, pero una pregunta), se estaría provocando un “sí” abrumador a la independencia en la segunda pregunta. Que es el único dato que los soberanistas esgrimirán ante el mundo porque, encima, podrán contar los 'noes' a la primera pregunta no como abstención de la segunda pregunta (que es lo que sería, 'filosóficamente') sino como voto emitido. Así podrán evitar lo que ocurrió con el referéndum del nuevo Estatut: que los críticos decían que fue aprobado por un porcentaje muy alto de síes pero con una participación tan baja que los resultados respecto al censo eran muy pobres. Así que, aprendida la lección, cogerán los datos de la participación total (a las dos preguntas) y darán unicamente relevancia al resultado de la segunda en cuanto a si la gente quiere o no la independencia. Éxito seguro.