lunes, septiembre 09, 2013

JOHN MÜLLER:

La semana pasada, Adelaida de la Calle, rectora de la Universidad de Málaga y presidenta de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE), contó que una pensionista le ofreció pagarle la matrícula a un alumno que no pudiera hacerlo. A raíz de esta oferta, De la Calle planteó que quizá sea buena idea promover este tipo de ayudas y que quienes puedan apadrinen a un estudiante pobre.

Los claustros se dividieron entre los que creen que el asistencialismo del Estado es aceptable y la caridad cristiana no, y los que piensan que a caballo regalado no se le miran los dientes. El debate demuestra lo alienada que está la universidad española. Que algunos rectores pongan el grito en el cielo por las apreturas económicas que estamos pasando me hace preguntarme adónde viven desde hace cinco años.

Es mucho peor que eso: es que hay rectores, por ejemplo la misma Adelaida de la Calle, que mientras hablan de las miserias estudiantiles tienen una estructura que casi parece la de un ministro. Según cuenta en su Twitter Berta G. de Vega, periodista de El Mundo en Andalucía, la rectora cuenta en su gabinete con dos miembros de personal de protocolo, dos secretarias, tres conductores, e incluso dos técnicos auxiliares en hostelería, vulgo camareros. Vamos, como el mayordomo de Gallardón que conservó Ana Botella en medio de críticas, pero en duplicado. Sólo sirviéndose ella misma el café (con lo fácil que va la Nespresso y lo buenos que salen) podría eliminar los dos camareros y con lo que cuestan apadrinar unos cuantos estudiantes...