miércoles, marzo 27, 2013

UN CUENTO DE PASCUA para entender cómo se ha estado —también— financiando el déficit español. Porque buena parte de ese gasto social que se supone que hay que mantener ha sido posible gracias a algo que no es precisamente lo favorito de los que lo proponen.

Es un guest post de Álvaro de la Cueva, profesor de Sistema Fiscal Español en la UCM y buen amigo. Ahí va:

Este post del anfitrión de este blog me ha hecho recordar un bonito cuento de 2008.

A ver, ¿cómo empezaba?.

Érase una vez un reino que tenía un primer ministro bonachón y soñador, que gracias a sus políticas de conquistas sociales había conseguido relanzar una economía fracasada y que ahora crecía y creaba empleo, superando todas las herencias recibidas del primer ministro anterior. No obstante, justo cuando la economía empezaba a superar a la de sus vecinos más cercanos, la quiebra de unos importantes bancos de una República Neoliberal enemiga vino a ensombrecer sus proyectos de futuro, ya que los bancos del Reino se habían quedado sin financiación exterior de la noche a la mañana.

Un buen día llegó el Consejero de Cuentas del Reino, y dijo:

- "No os lo vais a creer. Tenemos una subasta de Deuda Pública cerca y la demanda es casi nula".
- "¿Cómo puede ser?". Se preguntaba el Primer Ministro. "¡Nosotros tenemos el sistema bancario más sólido del mundo!. No es posible que los problemas de un par de bancos extranjeros hagan que nuestros magníficos bancos se queden sin financiación exterior y no puedan comprar nuestra deuda".
- "Esto solo puede ser culpa de los mercados" bramaba su Consejero de Planificación Industrial
- "Demuéstrales quien manda", exigía su Viceprimera Ministra.
- "Eso, eso, les voy a enseñar cómo se hacen las cosas en este país", dijo el Primer Ministro. "A ver, ¿has tratado de colocar la deuda entre los bancos europeos?
- "No tienen fondos, Primer Ministro", dijo el Consejero de Cuentas
- "Y, ¿en China?.
- "Tienen fondos, pero están a la espera. No saben dónde colocarlos."
- "¿Rusia, India, Brasil, los Emiratos?"
- "Tampoco , primer ministro, tampoco".
- "¿Y qué vamos a hacer? ¿Dónde vamos a encontrar el dinero?"
- "Hay una opción, pero.....", dijo el Consejero de Cuentas
- "Habla, venga, dime". ¿Dónde puedo encontrar el dinero?
- "Es que....", dudaba el Consejero.
- "¡Habla de una vez,!" se exasperaban el Primer Ministro y su séquito habitual.
- "Esta bien, lo diré". De los Paraísos Fiscales....

Las exclamaciones de sorpresa llenaron toda la Sala. ¡Los paraísos fiscales, precisamente!. ¡Los escondrijos de los neoliberales más acérrimos!. ¡Los lugares donde los ciudadanos más insolidarios escondían sus capitales para no contribuir a las mejoras sociales del gobierno!. ¡El nicho de los delincuentes internacionales, de los narcotraficantes y la trata de blancas!. Sus sociales órganos auditivos no podían haber escuchado tamaño atrevimiento. Las voces se oían en toda la Sala, hasta que el Primer Ministro pidió silencio.

- "¿Estás seguro?", respondió el siempre pragmático Primer Ministro. "¿No hay otra opción?".
- "No, no la hay", respondió el Consejero.
- "Todo sea por nuestros avances sociales", dijo el Primer Ministro. "Procede a colocarla en los Paraísos Fiscales".
- "Sólo hay un problema, Primer Ministro" objetó el Consejero. "Los intereses que paga la Deuda Pública española están exentos para todos los inversores internacionales, excepto para los que residen en paraísos fiscales".
- "¿Y eso es un problema?", dijo el Primer Ministro. "¿No habíamos dicho que bajar los impuestos era de izquierdas?. Pues a ellos también".

Y más o menos así, queridos niños, es cómo el Gobierno español decidió en 2008 (ver art. 4 de este Real Decreto-Ley) que los paraísos fiscales, esos engendros neoliberales, fuente de todos los problemas economicos de la civilización occidental, que hasta entonces tenían que tributar por los intereses que pagaba la deuda pública española, ya no eran tan malos y podían beneficiarse de la misma exención del resto de inversores....

Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.