jueves, noviembre 08, 2012

PORQUE no se puede repetir suficiente: La austeridad es la consecuencia, no la causa, del empeoramiento de la economía. Cito en extenso porque vale la pena:

Imaginen que, como parte de una investigación científica, se realiza una encuesta a una muestra de la población en la que se hacen las siguientes preguntas a los sujetos entrevistados: (1) ¿Se encuentra usted actualmente siguiendo algún tipo de dieta? (2) ¿Cuál es su altura y peso actual? Una vez finalizado el trabajo de campo y analizadas las respuestas, los investigadores descubren que existe una importante correlación entre el índice de masa corporal, que mide el grado de sobrepeso, de los individuos encuestados y el hecho de que estos se encontraran o no a régimen. ¿Les parecería correcto inducir de estos resultados que estar a dieta engorda? Pues bien, algo parecido ocurre con la austeridad y el agravamiento de la crisis económica.

Y es que, al contrario de lo que sostienen los partidarios de un estado fuerte y poderoso que sustituya la iniciativa y, por qué no decirlo, la voluntad de sus ciudadanos por mandatos coactivos, nuestra economía no empeora a consecuencia de la austeridad sino que es por los excesos crediticios del pasado reciente y porque no se han tomado a tiempo las medidas adecuadas -y siguen sin tomarse-, por lo que necesitamos gobiernos austeros. Austeridad que, hay que tenerlo claro, no es otra cosa que adaptar el gasto público a la capacidad real de pago del estado, cosa que el Ministro de Hacienda, Cristóbal Taxman Montoro, aún está lejos de lograr.

Ya hemos comentado desde estas líneas que el crecimiento no es la alternativa para la recuperación y que hay que preocuparse menos por el crecimiento y más por el ahorro. Aún así, los partidarios de que los políticos dirijan el comportamiento de la economía utilizando el Boletín Oficial del Estado continúan clamando en contra de los llamados recortes, aduciendo como argumento principal que tales medidas son procíclicas. Quieren decir con esto que tales medidas tienden a acentuar aún más la recesión económica.

En su razonamiento, un tanto naïve, piensan que si el gasto público, controlado por el poder político, es un componente importante de la demanda agregada, para hacer crecer la economía no hay más que tirar de déficit y todo solucionado. Lo que no nos dicen es a qué nivel de déficit hay que llegar para crear empleo, porque un 9-10% ya es una cifra bastante abultada y no parece que se hayan creado muchos puestos de trabajo. ¿A cuánto hay que llegar, al 15% o al 20%? ¿Al 50%? Si tan bueno es el déficit para el crecimiento, ¿por qué cortarnos? Pues debemos cortarnos porque el impacto es justo el contrario.

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