miércoles, octubre 10, 2012

DESDE LUEGO Martin Wolf, del Financial Times, no ha tenido el mejor día: para demostrar que la austeridad no funciona nunca (habría que decirle que a lo mejor lo haría si se intentara, porque ahora lo de la austeridad es un mito), pone un único ejemplo, el del Reino Unido entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Como si la economía de entreguerras se pareciese a la de ahora. Y además, con unos datos macroeconómicos que no tienen nada que ver: en ese período, las políticas británicas de austeridad se tradujeron en un superávit del 7% durante la década de los años 20, y el Banco de Inglaterra subió el tipo de interés al 7%. En este momento, economías como la española tienen ese 7% de déficit —en números redondos—, y el BCE, si ha hecho algo, es mantener los tipos bajos, sin subirlos.

Es impropio que el columnista estrella de uno de los principales diarios económicos del mundo use un único ejemplo histórico para demostrar que algo no ha funcionado nunca, y que lo haga justificando su tesis en datos que indican absolutamente lo contrario. Nosotros podríamos, por ejemplo, ponerle múltiples ejemplos no históricos sino actuales que demuestran que la austeridad —reducir el gasto público efectivamente, no llamar austeridad a lo que sólo es frenar su crecimiento o, como en el caso español, ni siquiera eso—, la verdadera austeridad, sí funciona.

Por enésima vez: hablar de que la austeridad es una mala solución puede tener sentido sólo si tienes superávit en las cuentas públicas. Sería ciertamente extraño ir acumulando caja y, al mismo tiempo, recortando prestaciones; la solución sería mantenerlas, o disminuir los ingresos. Yo preferiría lo segundo, pero lo primero sería ciertamente defendible intelectualmente y podría merecer discutirse. Pero cuando tienes déficits año tras año no es que la austeridad sea una alternativa entre varias; es que es la única.

ACTUALIZACIÓN. Dicho de otro modo, el debate socialdemocracia vs. liberalismo sólo tiene sentido cuando existe superávit: es entonces cuando se puede discutir si lo que conviene es emplear ese superávit o evitar que exista, bajando impuestos. Pero cuando hay déficit no hay debate: incluso los socialdemócratas y keynesianos más recalcitrante deberían darse cuenta de la única alternativa es hacer desaparecer ese déficit. De otro modo antes o después se acaba como está a punto de acabar España (y otros): estrangulado, pidiendo prestado únicamente para poder pagar los intereses de lo que ha pedido prestado anteriormente.