sábado, mayo 19, 2012

EL NIHILISMO no es la solución, escribe Roger Senserrich:
Esto va a sonar un poco iluso, ingenuo o directamente soplagaitas, y más viniendo de alguien que vive al otro lado del Atlántico en una región con un 7,7% de paro. Es más, es probable que lo sea. Me da igual. Sé que todo el mundo tiene unas ganas increíbles de salir a la calle, romper algo y enviar todo a la mierda, a grito que estamos gobernados por sociópatas insensibles con el coeficiente intelectual de un cacauete que nos llevan al desastre. Y con razón. Pero como están las cosas ahora, por mucho que la crisis ha acabado siendo mucho peor de lo que debería haber sido por la estupidez colectiva de unas élites gobernantes europeas incapaces de entender que pasa, lo peor que podemos hacer es abandonar toda esperanza y abrazar el nihilismo. Estamos mal, vamos a peor pero la única manera de salir de este agujero es (con perdón) poniendo los cojones encima de la mesa y trabajando para arreglar este desaguisado.


[...] El problema, sin embargo, no es cosa sólo de los que mandan. Es hora que los españoles nos metamos en política en serio. No, no me refiero a salir a la calle a manifestarse, montando acampadas en Sol y redactando manifiestos jugando al sesentaiochismo que tanto adoran algunos. O al menos, no me refiero sólo a eso. Las élites políticas europeas y españoles son realmente vergonzosas estos días, pero si están ahí es porque les dejamos. Los partidos políticos españoles son muy pequeños, minúsculos; el PSOE en Madrid tiene apenas unos cuantos millares de afiliados. Si quereis que la gente que mande en los partidos sea otra, no perdais el tiempo pidiendo listas abiertas para poder escoger un candidato de la lista de besugos que os pondrán delante. Lo que se tiene que hacer es juntar unos amigos, ir a la agrupación más cercana, y darse de alta de una vez. El PSM, con suerte, tiene 500-600 militantes más o menos activos en la región. Con un poco de ganas uno puede armarla en serio. El partido ni sabrá de dónde vienen las tortas.

La cuestión es, la clase política española es una basura infame porque les hemos dejado que sean así. Hemos dejado pudrirse a los partidos por dentro. Durante años nos hemos dedicado a las ONG, salvar las ballenas, la ley Sinde y todas esas cosas de nuevo rico que tanto nos gustaban, mientras nos hemos olvidado lo más básico. Sonará anticuado y unopuntocero, pero en las democracias parlamentarias lo que cuenta, en última instancia, son los partidos. Si no les prestamos atención después que no os extrañe que estén llenos de imbéciles. Es hora de arrimar el hombro, llamar a políticos, pedir cuentas, reunirse con diputados, enviar cartas al parlamento europeo (o a la Cancillería alemana. Contestan. En serio), y dejar bien claro que se acabaron las tonterías.
Leedlo entero. Y a trabajar.