miércoles, septiembre 28, 2011

NO QUIERO ser pesado con el tema, pero es que me escandaliza que un presunto diario serio de referencia, como cree La Vanguardia que es, tenga en su plantilla un redactor en la sección de economía que, a propósito del affaire Rastani, confunde trader y broker, y que cree que lo segundo significa inversor. Repito, no es un periodista de la sección Ecos de Sociedad que se hace un lío con conceptos básicos de una materia que le es ajena, sino uno que está encuadrado en la sección encargada de cubrir los mercados financieros. Como para fiarse.

Ya es bien cierto que el periódico en papel se está suicidando. A veces parece aquél personaje de la película de Blake Edwards (cuyo título no recuerdo ahora) que era tan incompetente que no se podía ni suicidar, a pesar de intentarlo una y otra vez por los métodos más diversos.