viernes, junio 17, 2011

QUIM MONZÓ:
Desde que el miércoles los supuestos indignados intentaron impedir el pleno del Parlament y agredieron a diputados, a muchos opinadores ya no les caen bien. Dicen: "Han traspasado una línea roja". Dicen: "El primer día despertaban simpatía y han acabado como un grupo de golpistas". De golpe les han visto el plumero.

Pues ya me perdonarán, pero se les ha visto el plumero desde el primer día. Con las nobles excepciones que quieran, era evidente de qué pie calzan. ¿Qué podías esperar de un grupo que, antes de conseguir nada, ya se autobautizaba con el nombre pomposo de Revolución? Una revolución es algo serio, un cambio drástico de las instituciones y de las estructuras y, aquí, de cambio, ni uno. ¿Dónde está la revolución? ¿Cómo va a haberla si, antes de ganarla, los supuestos revolucionarios ya se ponen las medallas? ¿Qué se podía esperar si, además de no distinguir entre revolución y acampada, se hacen llamar Spanish Revolution, supongo que para que lo entiendan los singles de Malasaña que toman el brunch en un lounge bar.