sábado, octubre 30, 2010

PREGUNTAR "¿A quién puede molestar la expectativa de acabar con ETA?", como hace hoy Juan Carlos Escudier, es tan bobamente simplista como si alguien preguntara a los contrarios a la guerra de Iraq "¿A quién puede molestar la expectativa de acabar con Saddam Hussein?". Contestarían que lo malo no es el fin sino el medio, y que plantear una equivalencia entre ambos es marrullero...