lunes, agosto 09, 2010

JE:
Hay por ahí algunos ineptos que siguen sin creer en el hombre invisible, vivir para ver. Poco imaginaba H. G. Wells en 1897 que su entelequia sobre el humano transparente se convertiría en el siglo XXI en una obviedad. Solo en nuestro país existen unos tres millones de hombres (y mujeres) invisibles. Bueno, ellos-as se hacen llamar autónomos por rebajar el tono, pero lo cierto es que no ha existido nunca ningún colectivo capaz de camuflarse así con su entorno, hasta pasar completamente desapercibido; de hecho es como si no existiera. El mérito es enorme, ya que hasta en elecciones se hace difícil oír a los políticos mencionarlos, será -quizás- porque algunos términos son tabú y pueden distraer a la concurrencia.

No hay que negarlo, la cosa tiene su gracia: un tipo piensa que sería buena idea trabajar para sí mismo, pagar religiosamente al Estado por hacerlo, esperar que los otros le paguen cuando a ellos les dé la gana, declarar esos pagos aun cuando él no los ha cobrado y recibir como toda recompensa una indiferencia majestuosa. Además, en periodos de crisis será oficialmente ninguneado con una sonrisa y echado a los leones sin contemplaciones, para que se entere de lo que vale un peine.
Leedlo entero.