viernes, abril 30, 2010

UN POST (CASI) DE SERVICIO PÚBLICO: la cita de Cicerón sobre la crisis ("El presupuesto tendrá que estar equilibrado, el tesoro tendrá que volver a llenarse, la deuda pública se tendrá que reducir, la arrogancia de la burocracia tendrá que ser atemperada y controlada y la ayuda a las tierras extranjeras tendrá que eliminarse para que Roma no entre en la bancarrota. El pueblo debe otra vez aprender a trabajar en vez de vivir de la asistencia pública") está volviendo a circular profusamente por internet (último avistamiento, aquí, vía Juan Pedro Quiñonero).

Estas citas tan redondas suelen ser falsas, y este caso no es una excepción. Cicerón jamás dijo o escribió eso (lo de vivir de la asistencia pública debería dar una pista; estamos hablando del año 55 antes de Cristo, gente; creo que por entonces no se había inventado la Seguridad Social ni el INEM). La cita es de una novela escrita por Taylor Caldwell en 1965, que ficcionaliza la vida del senador romano.

Nada que no pudiera saberse tras una sesión de cinco minutos en Google, dicho sea de paso.

ACTUALIZACION. Marzo me comenta por email:
Lo de vivir de la asistencia pública es precisamente lo que más encaja con la época de Cicerón: al final de la República romana el Estado proporcionaba trigo  a los ciudadanos pobres primero a precios subvencionados y después gratuito (la parte del panem del "panem et circenses").  Lo que más me "canta" a mí en la cita de Caldwell es posiblemente lo de la "ayuda a las tierras extranjeras"; antes al contrario, el método más expeditivo que tenía la república para sanear las arcas públicas era saquear alguna tierra extranjera, vender a sus habitantes como esclavos y, en caso de anexión, arrendar las tierras confiscadas a ricos senadores. 

Tampoco estoy nada seguro de que la "burocracia" fuese ya una entidad que un senador pudiera llamar "arrogante", esto es, independiente del Senado.  Eso me cuadraría más a partir del siglo siguiente, cuando el Senado fue pintando cada vez menos y la administración del imperio dependiendo cada vez más del príncipe, o sea de su casa, es decir, de los libertos imperiales.  Digamos un Palas o un Narciso en época de Claudio.