sábado, agosto 02, 2008

MIQUEL ROCA (requiere suscripción):
Lo curioso es que el entusiasmo europeo por Obama descansa en la convicción de que, con él como presidente, Estados Unidos sería diferente. El antiamericanismo europeo apuesta por Obama, ¡como si con él el imperio dejara de existir! Absurda pretensión; con Obama cambiarán, quizás, las formas y la imagen, pero en el fondo la política norteamericana en el exterior no cambiará sustancialmente.

Europa quiere una América a su imagen y semejanza. Quiere una América que acepte sumisa el liderazgo de Europa; una América que nos defienda y se ocupe de nosotros, pero sin que se note. Queremos seguir mandando, sin hacer los sacrificios que serían necesarios. Y esto, a los americanos, cada vez les gusta menos. Garantizar nuestro bienestar sin nada a cambio no forma parte de lo que América - gane quien gane- está dispuesta a aceptar.

Ingenuamente, Europa cree que con Obama llega nuestra hora. Realmente muy pero muy ingenuo: si Obama gana, el cambio será para consolidar el papel de Estados Unidos en el mundo. Europa cuenta poco. No podemos tener bienestar, paz y orden sin preocuparnos de cómo mantener estos valores. Y aún resulta más engañoso creer que van a ser los americanos quienes los defiendan a costa de los suyos.