domingo, septiembre 02, 2007

MUERTE DE UN FARSANTE. Adorado por sus posiciones éticas, por su firmeza ante la mal llamada "caza de brujas" (McCarthy era un impresentable, pero sí era verdad que había muy destacados topos trabajando para la Unión Soviética, incluso a niveles muy altos del gobierno) Arthur Miller abandonó a un hijo con síndrome de Down. "Mongoloide", como lo llamaba antes de cambiar de opinión y no matarlo: simplemente lo envió a un asilo cerrado años más tarde al descubrirse que los internos vivían en condiciones infrahumanas.

Ni una visita desde entonces, ninguna atención, ninguna mención en sus memorias. Sólo gracias al actor Daniel Day-Lewis, casado con Rebecca, otra hija del dramaturgo, accedió semanas antes de morir a incluirlo en su testamento.

Leed el artículo; es largo pero necesario.