viernes, abril 20, 2007

QUIM MONZÓ:
Nunca se había hablado tanto del cambio climático y nunca la preocupación por ese asunto estaba tan a punto de convertirse en un latiguillo superficial. Es sabido que, para concienciar de la supuesta gravedad de algo, nada mejor que minimizar las voces discrepantes, y en este caso, el método se aplica a rajatabla. Este invierno poco frío ha sido el detonante para que el mundo entero convierta el horror del cambio climático en la conversación obligada de toda sobremesa. Y pobre del comensal que, por ejemplo, explique que, gracias al cambio climático, en Inglaterra hay cada vez más viñas y se produce más y mejor vino, y que eso ya había sido así en otras épocas, porque ya había habido épocas cálidas como la que se avecina, y que de ello se desprende que a lo largo de los siglos la temperatura del planeta oscila.

Es tal la moda que ya hay casas de apuestas on line que dedican una sección a la gente que quiere jugarse los cuartos previendo cómo afectará el cambio a las líneas de costa y vaticinando qué islas desaparecerán bajo el agua. En www. BetUs. com las apuestas sobre qué enclaves turísticos de la costa Este de Estados Unidos estarán sumergidos en el 2015 se pagan a razón de 300 a 1. Hay quien vota incluso que, antes de Año Nuevo del 2011, Manhattan estará bajo las aguas. Las apuestas se cuentan ya por millares. La agencia Associated Press recoge las declaraciones de Phil Roehrs, un ingeniero de costas que previene de los peligros de ese tipo de ludopatía climática: aunque los niveles del mar pueden subir, nadie sensato predice que sean tan elevados. Pero eso tanto da. Para concienciar a la gente nada mejor que alarmarla. Entonces, una vez alarmada, llegan los espabilados y montan el negocio.