domingo, abril 22, 2007

JORDI BARBETA:
Llevan ya no sé cuanto tiempo el Gobierno de Zapatero y el PSOE victimizándose por la implacable actitud de "derecha extrema" que ha venido adoptando el PP en toda la legislatura. Casi han implorado un cambio de estilo en el ejercicio de la oposición que favoreciera el diálogo y el consenso. Sin embargo, en cuanto Mariano Rajoy da los primeros pasos para rectificar el rumbo de su partido y moderar sus planteamientos, va el Gobierno y pacta de prisa y corriendo la denominada ley de Memoria Histórica con Izquierda Unida. Se mire como se mire, son ganas de buscar follón, con lo que se demuestra que la estrategia de la crispación no es patrimonio sólo de la derecha.



El Gobierno no quiere que el PP se modere, sino todo lo contrario. Provoca sin alevosía pero con toda la premeditación que los conservadores se suban al monte y se identifiquen cada vez más con la extrema derecha o el nacionalcatolicismo, a sabiendas de que eso deja empantanado políticamente el país. ¿Y todo para qué? Para continuar viviendo del cuento. ¿Cuál es la principal oferta política de los socialistas? Impedir que gobierne el PP.



Reabriendo el baúl de los recuerdos de la Guerra Civil, el Gobierno no intenta hacer las paces con el PP, sino que le empuja a defender a sus antepasados franquistas, y así cuanto más facha se vea el PP, más progres se van ver los socialistas, aunque alguno actúe como si en vez de Zapatero su patrón se apellidara Corleone. Pero son de izquierdas y eso parece que los convierte en defensores de una causa tan noble que pobre del que se atreva a ponerla en duda.
Lo triste es que el PP no sepa escapar de esa trampa. No debería ser imposible precisamente porque la del PSOE es una táctica demasiado evidente. Tanto, que hasta buena parte de sus simpatizantes, creo, se dan cuenta: cuando alguien del gobierno adopta un tono algo conciliador, sale Pepe Blanquiño (que es así como le llaman en su pueblo, no "Pepiño Blanco" como se suele decir) y la lía. O Diego López Garrido. O María Teresa Fernández de la Vega, cuando en ruedas de prensa tras algún consejo de ministros dice que el gobierno entiende y acepta las críticas, y a renglón seguido afirma que lo que hace el PP es inaceptable, obsceno, o cualquier otra lindeza por el estilo. Repito: es tan transparente que con un poco de finezza se podría fácilmente hacer que se volviera en su contra. Lamentablemente, finezza es lo que se echa a faltar en el panorama político español. En todos los partidos.