lunes, enero 02, 2006

MANUEL TRALLERO en La Vanguardia (requiere registro gratuito):
No me gusta la emisora de los señores obispos; me repatean los higadillos el señor Jiménez Losantos y toda su tropa de vociferantes engreídos; aborrezco lo que dicen y, aún mucho más, cómo lo dicen. Yni siquiera sirven para subirme la adrenalina ni despertarme de repente como sostienen algunos. Pero una cosa es estar contra ETA y otra muy diferente es estar a favor de la ilegalización de HB o del cierre de diario Egunkaria. En Catalunya llueve no sólo sobre mojado, sino sobre mojadísimo. Aquí, por hacer un repaso somero, sólo se han elaborado desde el Gobierno informes sobre medios privados y periodistas, afines o no, a ese Gobierno; aquí se ha impedido el acceso a los informadores en el Carmel, donde se ha acordado lo que era noticiable y aquello que no lo era; aquí se ha dado pábulo al rumor del 3% en sede parlamentaria, publicado aquel mismo día por un medio de comunicación. Por favor, la resolución del Consell de l´Audiovisual de Catalumya sobre la emisora no es un trámite más, como sucede en el resto de los países de nuestro entorno, por la sencilla razón de que en ellos no sucede lo anteriormente reseñado o, cuando pasa, se arma la marimorena, y aquí no pasa absolutamente nada. O pasa que lo de Pascual Estivill lo sabía todo el mundo, pero nadie dijo nada. ¿Para qué? Pero es que además emitir, desde el órgano regulador de una simple concesión administrativa, un juicio sobre la constitucionalidad o no de unos contenidos y sobre los límites de la libertad de expresión es simple y llanamente ejercer la censura, implantar un régimen de excepción y suplantar a los jueces, por mucho que lo haya elegido el Parlament catalán por unanimidad. Pues será eso, la censura del Parlament de Catalunya. ¿Qué quieren que les diga?
ACTUALIZACIÓN. Un alma caritativa ha copiado el texto íntegro en los comentarios de esta entrada.