miércoles, septiembre 28, 2005

MANUEL MARTÍN FERRAND:
MUCHOS militantes socialistas, tanto más cuanto menos ilustrados, suelen descalificar a sus colegas del PP acusándoles de «liberales» y, lo que resulta todavía más curioso, muchos de los devotos populares, especialmente quienes tienen por oficio el servicio al Estado, se ofenden con el calificativo en lugar de, como sería más lógico, sacar pecho y presumir de ello. También es frecuente el caso de los socialistas que, para ahondar en sus descalificaciones sostienen, a estas alturas de la Historia, que el liberalismo es despreciable porque es «una doctrina burguesa». ¿No son burgueses, y prototípicos, los líderes del PSOE y, más todavía, los de sus ramificaciones periféricas?

Aquí, por la derecha y por la izquierda, todo el mundo habla de beneficiar la libertad individual con la limitación y el control de los poderes del Estado, y casi todos aceptan y pregonan, de mejor o peor grado, la separación de la Iglesia y el Estado, la libertad religiosa, la enseñanza laica, la libertad de cátedra, la igualdad de las personas ante la Ley... ¿De dónde, si no es del liberalismo, arrancan esas ideas, naturalmente burguesas?

A propósito de un justo homenaje a Raymon Aron, en el centenario de su nacimiento, a los líderes del PP, pasados y presentes, les ha dado por confesar su liberalismo «de toda la vida». Valga el gesto, como ejercicio de estilo, para todos aquéllos que no han ocupado, ni por elección ni por designación, cargo alguno en ninguno de los planos de la Administración del Estado. A los demás, a quienes ya se incluyen en la nómina de los «ex», habría que preguntarles la razón por la que su presente glorificación de la memoria de Aron no fueron apuestas y prácticas liberales en sus días de poder.
Así se habla.