viernes, julio 29, 2005

¿EULALIA SOLÉ, machista? No es su intención; lo que pretende es meramente lanzar un dardo contra las malvadas multinacionales tabaqueras, pero le ha salido el tiro por la vagina:
Según un estudio publicado por la revista Addiction, las grandes empresas tabaqueras son responsables, en buena parte, de que el hábito de fumar se haya incrementado entre las mujeres. Cajetillas con modalidades como light, ligero, o slim, esbelto, pretenden asociar el consumo a atributos como libertad, esbeltez, glamour, y lo cierto es que actualmente las mujeres fuman tanto o más que los hombres.
Claro, porque las mujeres son seres deficientes incapaces de pensar por sí mismas y de tomar decisiones. Seguro que, para esta insigne socióloga, De Beers es la responsable de los matrimonios desgraciados, porque ya se sabe que cuando se regala un anillo de diamantes a una mujer ("desde ayer, yo séeeee, que te seguiréeeeeee, seré tu caminaaaaar, serás mi amaneceeeeeer, porqueún-dia-man-tes-para-siem-pre, y mia-mor por tíiiiiii tambiéeeeen") ésta cae seguro; si es que son así las pobrecitas, que se dan cuenta de las cosas cuando es demasiado tarde.

ACTUALIZACIÓN. Hoy es otro día en que la sección de opinión viene sembrada. Otra "perla":
El terrorismo de Al Qaeda y el de otros sectores de la ultraderecha islámica contra Occidente y su civilización vienen a ser una respuesta tardía a un terrorismo previo. Me refiero a aquel terrorismo -con muchos muertos, naturalmente- llevado a cabo, en varios países africanos y asiáticos, por potencias occidentales durante el siglo XIX. Fue un expolio económico de gran alcance, con pocos miramientos, que repartió prosperidad entre los aventureros (individuos o empresas) y elevó el nivel de vida de los países occidentales.

No pongo en duda ciertos beneficios conseguidos por los países objeto de colonización, especialmente en los ámbitos de la cultura y de la religión. En consecuencia, siempre habrá quien diga que el expolio no fue tan cruel. Pero parece evidente que los países colonizadores, mientras duró su dominio, no se comportaron con la dignidad humana que hubiera sido deseable.

Al mismo tiempo que lamentamos la dureza de la revancha de los terroristas islámicos, que desborda en exceso y sin excusas válidas las reglas del humanitarismo, sería lógico que Occidente hiciera ya un reposado examen de conciencia.
"Lamentamos la dureza de la revancha"; como la causa es justa, el único problemilla es de escala. Quizás si reventasen trenes, metros y autobuses de uno en uno, y no varios de golpe, ya no lamentaríamos nada.