sábado, octubre 30, 2004

EL DELIRANTE ESTUDIO publicado en The Lancet (aviso: archivo pdf) que establece que el número de civiles muertos en Iraq desde la invasión es nada menos que de 100.000 (aproximadamente el triple que en el bombardeo de Tokio, o de Dresde, en la Segunda Guerra Mundial) debería haber encendido todas las luces rojas de alerta anti-magufería. Aunque sólo fuera porque organizaciones tan poco proclives a la admnistración Bush, como Human Rights Watch e Iraq Body Count -que de por si utilizan metodologías más que cuestionables- barajan cifras infinitamente inferiores.

Sólo hay que ver el gráfico 2, en la página 5 del pdf, para ver dónde está el primer, y decisivo problema: las muertes violentas antes de la invasión son casi inexistentes, según el estudio. Claro. Y Saddam era como el abuelito de Heidi, e Iraq un paraíso civil como Suiza.

A partir de este hecho, nada de lo que figure en el estudio tiene la más mínima credibilidad, aunque hay muchos más problemas con el 'estudio', y por ello cedo la palabra a Fred Kaplan, en Slate (que tampoco es precisamente una marioneta de Bush). También abordan el tema José Carlos Rodríguez, Shannon Love, y Birkel en tres posts (uno, dos y tres).

Caso cerrado.